Vila-real es una ciudad de la provincia de Castellón, aunque todos sus habitantes seguimos pensando que es nuestro pueblo. Durante décadas su economía ha estado basada en el azulejo. Los camiones cargados hasta arriba salían sin cesar de sus fábricas, destinados a millares de obras civiles, para abastecer la cultura del ladrillo.
Durante esas décadas he oído mil veces que ha de venir un gran crak, que ese mercado algún día explotaría, pero ¿ha habido alguien que intentara transformar dicha industria? Realmente no, puesto que lo que se ha generado es una aparatosa sub-industria de abastecimiento para las grandes empresas, hecho que ha contribuido a enmarañar, aún más si cabe, el tejido empresarial.
Así las cosas, las grandes empresas, conocedoras de la situación, han ampliado sus tentáculos hacia horizontes lejanos, hacia países extranjeros donde está triunfando la cultura del ladrillo gracias a su crecimiento (ficticio). Además es una gran oportunidad de absorber a las pequeñas empresas del sector, por la falta de liquidez y pedidos, mientras conquistan mercados que ahora son rentables, mercados que, como el nuestro, caerán algún día.
La gran mayoría de los trabajadores de Vila-real dependen directa o indirectamente del ladrillo, y han sido tratados como esclavos pagados con oro. Jornadas interminables, turnos rotatorios de 21 días (mañana, tarde y noche), dedicación exclusiva a la empresa, sin derecho a estar sindicados, obligados a mantener una estética hitleriana... Pero ¿ahora qué? Cientos de despidos, expedientes reguladores trampa, miles de vidas truncadas...
Esta situación es extensible a gran parte de la provincia castellonense, así que nos encontramos ante una mega crisis por culpa de explotadores avaros con falta de miras.
Vila-real corre el peligro de convertirse en una especie de Liverpool de los 70, donde solo cabe la pillería y la cola del paro, donde los trabajadores se verán abocados a realizar Full Monty's para darle una alegría a los productores cinematográficos.
Pero lo más doloroso es encontrarme las calles engalanadas para la fiesta capitalista, con cientos de bombillas de bajo consumo para aumentar el gasto y alentar así, el nacimiento del niño y la venta de la consiguiente exclusiva. ¿Porqué quieren convencernos de que de la crisis se sale a golpe de talonario? Es mentira, puesto que a golpe de cheque sin fondos, tarjeta de crédito y pagarés nos hemos metido en este berenjenal.
Estamos ante una crisis mundial, sí, pero no tenemos recursos para afrontarla. Volverán los grandes éxodos, volverán las tragedias familiares y el hambre, mientras unos pocos (cada vez menos) se enriquecen a costa del dolor y la penuria.
Desde aquí, propongo al gran vacío de la red, que no nos dejemos oprimir, que luchemos por nuestros derechos, por que no somos los culpables de esta situación y, en cambio, somos las principales víctimas.
Durante esas décadas he oído mil veces que ha de venir un gran crak, que ese mercado algún día explotaría, pero ¿ha habido alguien que intentara transformar dicha industria? Realmente no, puesto que lo que se ha generado es una aparatosa sub-industria de abastecimiento para las grandes empresas, hecho que ha contribuido a enmarañar, aún más si cabe, el tejido empresarial.
Así las cosas, las grandes empresas, conocedoras de la situación, han ampliado sus tentáculos hacia horizontes lejanos, hacia países extranjeros donde está triunfando la cultura del ladrillo gracias a su crecimiento (ficticio). Además es una gran oportunidad de absorber a las pequeñas empresas del sector, por la falta de liquidez y pedidos, mientras conquistan mercados que ahora son rentables, mercados que, como el nuestro, caerán algún día.
La gran mayoría de los trabajadores de Vila-real dependen directa o indirectamente del ladrillo, y han sido tratados como esclavos pagados con oro. Jornadas interminables, turnos rotatorios de 21 días (mañana, tarde y noche), dedicación exclusiva a la empresa, sin derecho a estar sindicados, obligados a mantener una estética hitleriana... Pero ¿ahora qué? Cientos de despidos, expedientes reguladores trampa, miles de vidas truncadas...
Esta situación es extensible a gran parte de la provincia castellonense, así que nos encontramos ante una mega crisis por culpa de explotadores avaros con falta de miras.
Vila-real corre el peligro de convertirse en una especie de Liverpool de los 70, donde solo cabe la pillería y la cola del paro, donde los trabajadores se verán abocados a realizar Full Monty's para darle una alegría a los productores cinematográficos.
Pero lo más doloroso es encontrarme las calles engalanadas para la fiesta capitalista, con cientos de bombillas de bajo consumo para aumentar el gasto y alentar así, el nacimiento del niño y la venta de la consiguiente exclusiva. ¿Porqué quieren convencernos de que de la crisis se sale a golpe de talonario? Es mentira, puesto que a golpe de cheque sin fondos, tarjeta de crédito y pagarés nos hemos metido en este berenjenal.
Estamos ante una crisis mundial, sí, pero no tenemos recursos para afrontarla. Volverán los grandes éxodos, volverán las tragedias familiares y el hambre, mientras unos pocos (cada vez menos) se enriquecen a costa del dolor y la penuria.
Desde aquí, propongo al gran vacío de la red, que no nos dejemos oprimir, que luchemos por nuestros derechos, por que no somos los culpables de esta situación y, en cambio, somos las principales víctimas.
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