sábado, 24 de enero de 2009

PARAISOS ARTIFICIALES

La ciudad vacía devuelve los gritos,
vagabundo, a lomos de cien caballos,
me río de la muerte, que se esconde,
tras cada vergonzante escorzo
cuando las paralelas se tocan al fin
y su tangente es invisible.

Dejemos que nos engañe la noche,
otra vez, en nuestra frenética huida
hacia los paraísos artificiales,
dependientes del espíritu de Satanás.
Dejemos que la noche nos engañe,
que cuando la verdad entre por la ventana
no estaremos preparados para seguir viviendo.

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