Al despertar descubrió que estaba solo, rodeado de paredes transparentes, enganchado a tubos de goma. Tras el cristal nada era nítido, tan solo un maldito pitido intermitente. Y aquel calorcito de paz también se había desvanecido... Otra vez solo, presa del cansancio, el estómago rugía y la sensación de vacío se apoderó de el, humedeciendo sus ojos... Únicamente podía gritar, gritar rompiéndose la garganta para que esos seres desalmados le dieran algo de comer.
Al fin llegaron sus captores, con aquellas largas extremidades que tanto le asustaban, y las introdujeron en unos brazos mecánicos para manipular su cuerpo desnudo... Y siguió gritando hasta quedar dormido.
Al fin llegaron sus captores, con aquellas largas extremidades que tanto le asustaban, y las introdujeron en unos brazos mecánicos para manipular su cuerpo desnudo... Y siguió gritando hasta quedar dormido.
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